Publicado: 25/11/21 13:20 Categorías: Microbiología
La pandemia actual ha captado la atención a temas urgentes para la salud pública. Uno de los más importantes y que podría ser el siguiente reto mundial es la pérdida de efectividad de los fármacos en el tratamiento de infecciones, es decir, la resistencia a antimicrobianos.
¿Qué significa la resistencia a antimicrobianos?
Una creencia errónea es que el cuerpo es el que se vuelve resistente a los microorganismos, pero esto es incorrecto, ya que la resistencia a antimicrobianos (RA) ocurre cuando microorganismos como hongos o bacterias desarrollan la habilidad de “vencer” a las sustancias diseñadas para eliminarlos. Lo cual significaría que los patógenos continúan infectando el organismo y, lo más preocupante, desarrollándose.
La dificultad de esta resistencia radica en que estas infecciones son muy complicadas e incluso a menudo imposibles de tratar. Cada año tan solo en EEUU 2.8 millones de personas y 670 mil en la EU padecen una infección resistente a los antibióticos, y los fallecimientos se estiman de 35 mil personas y 33 mil respectivamente.
Esta problemática tiene el potencial para afectar a cualquier persona sin importar su edad o estado de salud, aunque es cierto que las personas con enfermedades crónicas se encuentran especialmente en riesgo. Asimismo, la RA incide en situaciones delicadas como trasplantes de órganos, terapias oncológicas y tratamientos de enfermedades crónicas.
¿Por qué ocurre la RA?
Debido a la ubicuidad de los microorganismos, algunos inocuos y otros patógenos, son preocupantes sus estrategias de resistencia que incluyen la restricción del acceso, directamente eliminando, cambiando, destruyendo, evitando o incluso modificando los objetivos de las sustancias antimicrobianas.
Y es que cualquier antibiótico puede suscitar una resistencia, ya que estos rasgos pueden ser heredados de generación en generación a través de elementos genéticos móviles y procesos de transducción, conjugación y transformación.
Si bien es cierto que la RA ocurre de forma natural por las mutaciones en los genes de los microorganismos, el uso excesivo e inapropiado de los antimicrobianos acelera la propagación de patógenos resistentes. Por ello, a inicios de octubre se publicó el Reglamento Delegado (UE) 2021/1760 con los criterios para la designación de antimicrobianos con uso reservado para la salud humana.
Sin embargo, esta amenaza no es exclusiva de la salud humana, sino que afecta industrias como la veterinaria y la agrícola, ya que las sustancias terapéuticas utilizadas para tratar y prevenir las infecciones en animales de la industria alimentaria, pertenecen a los mismos utilizados para las personas. Es decir que los animales también pueden contagiarse con microorganismos resistentes. Esto es básicamente el enfoque de “One Health”, una salud global, es decir humana, animal y ambiental.
Además, ciertas bacterias resistentes como Campylobacter y Salmonella se han asociado al consumo de alimentos, ya que pueden transferirse de los animales a los humanos a través de los alimentos. Igualmente existe el riesgo por contacto directo con animales infectados. No obstante, la principal causa reside en el uso de antibióticos para la medicina humana y animal.
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