Publicado: 13/03/20 14:10 Categorías: Microbiología

 

La contaminación microbiológica de productos farmacéuticos y medicamentos conlleva un riesgo significativo para la salud de los pacientes. La presencia de microrganismos tiene un impacto directo en la integridad del producto, sus efectos farmacológicos y la adherencia al tratamiento. En muchos casos, dependiendo de la vía de administración, los medicamentos contaminados pueden poner en peligro la vida del paciente.  

  

Además de la consecuencia directa para la salud de los pacientes y su seguridad, hay que tener en cuenta que la retirada de fármacos del mercado pude dañar la imagen y reputación de la compañía implicada, reduciendo significativamente su beneficio y volumen de ventas. 

  

¿Qué diferencia la producción de medicamentos estériles de los no estériles?  

 

Los productos no estériles son producidos bajo condiciones que minimizan la contaminación microbiológica, pero los procesos no son monitorizados de la misma manera que durante la producción de productos estériles 

  

Además, en comparación con los productos estériles, no existe una regulación clara o guías para la fabricación de este tipo de medicamentos, que armonicen y establezcan pautas para su control por lo que dejan un espacio a la interpretación e implementación por parte de la compañía productora. Y dicha estrategia, no es siempre la misma. 

  

El control de microrganismos en productos no estériles, por tanto, debe abordarse desde una estrategia global y coordinada, que implica el desarrollo e implementación de sistemas de control ambiental adecuados en lugares de producción (aire, agua, equipos…) así como en la materia prima utilizada y el producto final. Cuando estos sistemas están ausentes, fallan o no están validados, el riesgo de contaminación microbiológica aumenta considerablemente. 

  

  

  

  

Diversidad microbiológica en productos no estériles. 

 

¿Qué tipo de microorganismos están implicados en la retirada de productos no estériles? Aunque en principio, la respuesta a esta pregunta pueda responder a una simple curiosidad, lo cierto es que esta información se antoja imprescindible a la hora de establecer unos eficientes y estrictos puntos de control.  ¿Y por qué? Pues porque según el grupo o especie bacteriana identificada, podemos conocer dónde está el origen de dicha contaminación, para de esta manera, poder implantar las acciones necesarias para minimizar la posibilidad de que puedan volverse recurrentes.  

  

Un estudio de las retiradas de producto por la Food and Drug Administration (FDA) entre los años 2012 y 2019 estableció que la presencia de bacterias gram-negativas es la causa más común de contaminaciones microbiológicas en fármacos no estériles, con un 60%. Mientras que el 4% correspondía a bacterias gram-positivas. La contaminación por bacterias gram-negativas tiene su origen principalmente en aguas y suelos. 

  

Otro grupo importante está compuesto por hongos y levaduras. Es la segunda causa mayoritaria de retirada de productos, con un 23%. Los hongos y levaduras son contaminantes presentes principalmente en el ambiente, por lo que se transmiten por el aire. El movimiento de material de un lugar a otro, los equipos y el personal que pasa a través de áreas de producción no restringidas también contribuyen a la contaminación por este tipo de microorganismos.  

  

La importancia del agua en la producción de fármacos no estériles. 

 

Al analizar las especies microbianas implicadas, el 48% pertenecía únicamente a tres grupos bacterianos: Pseudomonas spp B. cepacea y R. pickettii. Este tipo de bacterias están directamente implicadas en la transmisión de enfermedades por el agua y son un problema constante en los sistemas de distribución de aguas.  

  

El agua es conocida por ser la materia prima más común en todas las plantas de producción farmacéutica además de utilizarse para la limpieza de equipos, suelos y paredes. Mientras que el agua destinada al consumo es química y físicamente tratada para reducir la carga microbiana y presencia de especies patógenas, las aguas de procesos farmacéuticos presentan un tratamiento más agresivo, con el objetivo de minimizar el número de microrganismo, la presencia de endotoxinas y la concentración de compuestos orgánicos e inorgánicos.  

  

¿Entonces, si el agua para producción farmacéutica tiene un tratamiento tan agresivo, cómo pueden crecer bacterias? La respuesta está directamente relacionada con los grupos microbianos mayoritarios encontrados en los productos retirados, ya que estos son capaces de crecer en ambientes oligotróficos (con muy baja concentración de nutrientes). Cuando crecen en estos ambientes, el tamaño celular y el metabolismo sufren cambios para adaptarse. Entre esos cambios, aparece una estrategia igual de exitosa para las bacterias, pero perjudicial para la industria, que es la capacidad de formar comunidades bacterianas, los biofilms, que en sistemas de distribución causan serios problemas si no existen una adecuada desinfección y los programas de mantenimiento no se siguen correctamente. 

  

  

¿Qué indican las farmacopeas armonizadas sobre el control de productos no estériles?  

 

Las tres farmacopeas más importantes, la americana (USP), la europea (EP) y la japonesa (JP) han armonizado y dividido el control microbiológico en dos: control cuantitativo y cualitativo. El control cuantitativo determina el número de microrganismos (mesófilos, mohos y levaduras) presentes en la muestra mientras que el control cualitativo establece la presencia de indicadores específicos de patógenos. Estos indicadores son especies representativas de las diferentes poblaciones bacterianas: 

  

  • Escherichia coli. Gram–negativa e indicador de contaminación fecal. 
  • Salmonella spp. Gram-negativa y patógeno asociado a enfermedades gastrointestinales. 
  • Candida albicans. Levadura con la mayor prevalencia en infecciones fúngicas. 
  • Clostridium. Gram-positiva anaeróbica, que incluye varias especies patógenas. 
  • Pseudomonas aeruginosa. Gram-negativa asociada a infecciones oportunistas. 
  • Staphylococcus aureus. Gram-positiva, asociada a malas prácticas de manipulación e higiene personal. 
  • Bacterias bilis-tolerantes. Gram-negativas, pertenecientes a la familia de Enterobacterias con amplia distribución ambiental y con varias especies patógenas. 

  

El uso de estos indicadores no implica que la presencia de bacterias perjudiciales y sospechosas no pueda causar un problema durante los distintos puntos del proceso de producción. La vía de administración y el uso de un producto pueden determinar si existe o no un riesgo microbiológico, cuándo otros microorganismos no listados en las farmacopeas están presentes.  

  

Son los llamados, microorganismos objecionables (por su traducción del inglés, “objectionable microorganisms”). En nuestro blog, ya hemos hablado del más importante de estos microorganismos.  Y la incidencia de esta categoría de organismos es cada vez mayor, aumentando así el riesgo de los pacientes.   

  

¿Debería aumentarse entonces este listado recogido en las farmacopeas? El debate está servido.