Publicado: 23/09/21 14:40 Categorías: Microbiología

No se puede negar la importancia de los microorganismos y sus peligros asociados en aguas contaminadas. Las piscinas y cualquier instalación pública o privada pueden tener presencia de microorganismos, siendo de rutina el monitoreo de bacterias como E. coli, P. aeruginosa y Legionella spp. 

 

Sin embargo, diversos estudios epidemiológicos y evaluaciones de riesgos microbiológicos han demostrado la relevancia de los virus en las enfermedades gastrointestinales, siendo sorprendentemente los principales responsables. 

 

Virus en el aire ¿y en el agua? 

 

Los virus entéricos son el grupo de patógenos que se encuentran en las aguas recreativas y residuales por la contaminación de fuentes humanas y otras. Datos de EEUU, los señalan como la causa número uno de brotes en estos entornos acuáticos.  

 

Es cierto que los tratamientos de desinfección de aguas depuradas son efectivos para la eliminación de bacterias, pero esto no es siempre así para los virus. En algunos casos esto ha sido una oportunidad, siendo el ejemplo más reciente la pandemia de la COVID-19 y la posibilidad de monitorear las aguas residuales, es decir, una herramienta para conocer la concentración del virus en una población de una forma rápida y simple 

 

Colífagos: los nuevos indicadores 

 

 

Entre estos virus entéricos, son de especial importancia un subconjunto de virus bacteriófagos que infectan específicamente células de E. coli, llamados colífagos. Especialmente los colífagos F-específicos (MSC) y somáticos (SC) se han propuesto en estos últimos años como indicadores más confiables que los coliformes fecales, ya que su resistencia para permanecer en el ambiente es mayor que el de las bacterias.  

 

Estos virus se generan casi exclusivamente en las heces de humanos y animales, reproduciéndose de forma controlada en condiciones específicas de altas densidades de colífagos y, por supuesto, células huésped de E. coli a elevadas temperaturas.  

 

Una vez en el ambiente es complicada su replicación si no existen las condiciones anteriores, no obstante, los colífagos pueden persistir por su tendencia de adsorción en las superficies. También es importante mencionar su resistencia a tratamientos físicos y químicos convencionales como la desinfección UV, cloración, ultrafiltración, foto-oxidación, procesos térmicos y la adición de cal a los lodos generados.  

 

¿Y están reflejados en la legislación? 

 

Toda esta evidencia científica ha tenido efecto, por lo que el año pasado se publicaron 2 documentos relacionados con la calidad del agua. El Reglamento (UE) 2020/741 relativo a los requisitos mínimos para la reutilización del agua incluye a los colífagos totales, F-específicos somáticos, junto con E. coli C. perfringens como los microorganismos indicadores para aguas residuales clase A.  

 

 

Así mismo, la Directiva (UE) 2020/2184 relativa a la calidad de las aguas destinadas al consumo, indica los colífagos somáticos como uno de los parámetros a evaluar. Ambos documentos publicados durante el 2020.  

 

¿Ya tenías en mente a los colífagos como los próximos indicadores de importancia? ¿Los analizas de forma regular junto con Escherichia coli? ¿Quieres conocer métodos para ello? 

 

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