Publicado: 20/09/19 13:38 Categorías: Microbiología

Este verano, en España, hemos sufrido el mayor brote de Listeriosis de nuestra historia. O por lo menos, es lo que marcan los registros históricos. Las intoxicaciones alimentarias han sido siempre le principal foco de control por parte de las autoridades sanitarias en multitud de países. Pero, no solo los alimentos son susceptibles de contaminación microbiológica.   

¿Qué pasa con los productos cosméticos? ¿Pueden contaminarse nuestras cremas y lociones?

No todos los cosméticos son potencialmente vehículos de contaminación. Pero muchos de ellos sí que pueden contaminarse. Los productos cosméticos están formulados con fuentes de carbono, de nitrógeno u oligoelementos que son utilizados como nutrientes por los microorganismos. Si a estos nutrientes le sumamos la capacidad que tienen las bacterias para crecer en los ambientes más insospechados de pH o actividad de agua (aw), la contaminación es un riesgo existente. De hecho, se redactó una norma estandariza del comité ISO para establecer el riesgo microbiológico de un producto cosmético (ISO 29621:2010). Dicha norma evalúa el riesgo en base a distintos factores:

De esta manera, y según la norma ISO 29621:2010 – Directrices para la evaluación de riesgo y la identificación de productos de bajo riesgo microbiológico, podemos clasificar los cosméticos en dos grandes grupos:


  • Productos Cosméticos de Bajo Riesgo Microbiológico: Son aquellos que presentan una actividad de agua inferior al 75%, pH inferiores a 3 o superiores a 10 o una cantidad de alcoholes superior al 20% entre otras características. Productos como polvos para maquillaje, lápices labiales, tónicos con alcohol o antitranspirantes pertenecen a este grupo.

  

  • Productos de Alto Riesgo Microbiológico: este tipo de productos presentan una cantidad de agua superior al 75% como las emulsiones o pH neutros como geles y champús. Son idóneos para el desarrollo de microorganismos, por lo que la norma marca la necesidad de realizar un control microbiológico al producto final, así como la adición de un conservante (ISO 11930:2012). 

Conservantes en cosmética, una necesidad


Aunque no cuentan con el apoyo de la opinión pública, la integridad de un producto cosmético se garantiza, entre otros factores, por la adición de conservantes. Según European Union Cosmetic Regulation, “un conservante es una substancia que debe ser añadida a los productos cosméticos con el propósito principal de inhibir el desarrollo de microorganismos”. Otros organismos, como el Parlamento Europeo, definen a estos compuestos como “sustancias que son exclusivamente o principalmente diseñadas para inhibir el desarrollo en microorganismo en productos cosméticos”. 


Los conservantes, por tanto, han de cumplir una serie de requisitos básicos tales como:  


  • Presentar actividad microbicida, es decir, reducir el número de microorganismos contaminantes a una concentración lo suficientemente baja.  
  • Inhibir el crecimiento de los microrganismos presentes en el producto.  
  • Evitar la posibilidad de recontaminación del producto durante el uso por parte del microorganismo.  
  • Ser inocuos para el consumidor.  
  • Presentar un amplio espectro de acción microbiana.
  • Respetar las características organolépticas del producto sin llegar a modificarlas.
  • Estabilidad química y compatibilidad con el resto de los componentes de la forma cosmética.  
  • Alta relación coste/eficacia 

A pesar de presentar a priori unas características que deberían hacer percibir a los conservantes como compuestos seguros, entre los que encontramos la inocuidad al consumidor, son cada vez más los estudios que aseguran una relación directa entre los conservantes y ciertas patologíasEsto ha llevado a una mayor demanda del mercado por parte de productos naturales y sin conservantes químicos, lo que ha propiciado que muchas marcas incluyan en sus campañas la máxima de “libre de parabenos”, por ejemplo. 


Próximos retos para la industria cosmética  


A día de hoy existen distintas regulaciones o reglamentos para productos cosméticos. En Europa, por ejemplo, el reglamento 1223/2009, recoge un listado positivo en uno de sus anexos con todos los conservantes aceptados. Es un listado de 59 compuestos, ¿pero son todos utilizados? La respuesta, no. De todos los que en este anexo aparecen, solo 19 son los más utilizados.   


En el hecho de utilizar solo nos pocos conservantes supone un punto crítico para la industria, ya que hace que aumente la exposición a dicho compuesto viendo una mayor incidencia respecto a problemas sanitarios asociados, provocando un debate sobre la seguridad del resto de conservantes aprobados.  



Si a esto le sumamos la preocupación actual sobre este asunto, existe un bajo interés en añadir nuevos conservantes a lista, por lo que se genera un desequilibrio entre los componentes eliminados y los añadidos.   

Bajo este panorama, a la industria cosmética no le queda más opción que reinventarse. Ha de satisfacer las necesidades reales percibidas, hacer frente a un mercado en crecimiento cada vez más fragmentado para el uso de conservantes, así como abordar las cuestiones de percepción de vendedores y clientes. Aun así, hay que ser conscientes de que no existe el conservante perfecto y han de buscarse alternativas como el uso de ingredientes naturales alternativos, o envases y formas cosméticas que disminuyan el riesgo microbiológico de los productos.  


¿Cómo influyen los conservantes en el análisis microbiológico de productos cosméticos?

  

Para la comercialización de productos cosméticos no es necesaria el registro y la aprobación por parte de autoridades sanitarias como si ocurre, por ejemplo, para los medicamentos. Sin embargo, productores o comercializadores están obligados a generar un expediente de información del producto una vez entra al mercado. Este consiste en un amplio dossier con información sobre descripción, composición, eficacia, proceso productivo, etc. En su parte A relativa a la información sobre seguridad, se hace referencia a la calidad microbiológica de los productos.   


Una vez determinado el riesgo de contaminación, la legislación permite la liberación del producto cuando se ha obtenido un resultado satisfactorio en el análisis de patógenos (ausencia/presencia) y en la enumeración de mesófilos totales (tantos mohos y levaduras como microorganismos). 

  

Y para que estos resultados sean fiables, ha de tenerse en cuenta un pequeño detalle: la presencia de los “polémicos” conservantes.   


Cómo en cualquier análisis de control de calidad de producto final, ha de utilizarse un caldo para diluir o enriquecer la muestra que vamos a analizar. La presencia de los conservantes en cosmética hace que este primer paso del procedimiento sea vital, ya que, si utilizásemos un diluyente habitual, podríamos obtener falsos negativos. ¿Por qué? Pues porque la presencia de los conservantes, aun en el caso de que existiesen organismos patógenos, no dejarían que estos se desarrollasen. 


Con el objetivo de obtener unos resultados robustos en el control, añadimos a los caldos de enriquecimiento compuestos que neutralicen e inhiban la acción de los conservantes, permitiendo de esta manera el desarrollo de las poblaciones microbianas presentes en el producto. Los neutralizantes más utilizados en los caldos de enriquecimiento y que presentan un amplio espectro de acción son el polisorbato 80, lecitina, histidina o el tiosulfato sódico. 


En un sector cada vez más regularizado, los métodos de referencia se presentan como la herramienta más segura para garantizar el control de los productos, reflejados incluso en las legislaciones nacionales. Los neutralizantes y sus cantidades se recogen, por ejemplo, en la ISO 18145 e incluyen productos como Caldo Letheen Modificado o Caldo Neutralizante Dey-Engley 


Desde Condalab hemos elaborado una guía completa que incluye todos los procedimientos incorporados en la normativa ISO aplicable a productos cosméticos. Si quieres recibir más información, no dudes en contactar con nosotros.